lunes, 21 de septiembre de 2009

cedula de excomunión del cura Hidalgo


Hace mucho tiempo,
tanto como para escapar a los motivos que puedan tener ambas partes,
(me refiero a la iglesia y ciertos diputados)
me toco por suerte oir de labios de una gran profesora
y despues buscar la cedula de excomunión de Don Miguel Higalgo y Costilla.
Es un documento, que no importa la fe que uno profece
es sobrcogedor por su dureza y crueldad
esta cedula fue decretada por el obispo manuel abad y queipo
(no merece las mayusculas en su nombre)
obispo de Michoacán
El proceso denigrante y degradatorio se llevo a cabo el 29 de julio de 1811
en una de las salas del Hospital Real de Chihuahua,
y consistió en rasparle la piel de la cabeza, que había sido consagrada,
como cristiano y sacerdote, con el santo crisma.
También le arrancaron la yema de los pulgares e índices de las manos
que habían sido consagradas el día de la ordenación.
Después lo entregaron al gobierno español para que lo fusilaran,
sin ninguna de las prerrogativas y beneficios eclesiásticos,
que antes amparaban cualquier reo que perteneciera al clero.
ya despues de fusilado, su cuerpo fué decapitado
y su cabeza mandada a colgar de una esquina de la alondiga de Granaditas
junto a las cabezas de otros heroes de la patria.

A continuación les transcribo el documento

DECRETO DE EXCOMUNIÓN CONTRA EL CURA MIGUEL HIDALGO

Decreto lanzado por el obispo manuel abad y queipo.
Obispo de Michoacán de 1810 a 1815.


"Por autoridad del Dios Omnipotente, El Padre, El Hijo y El Espíritu Santo y de los santos cánones,
y de las virtudes celestiales, ángeles, arcángeles, tronos, dominaciones, papas, querubines y serafines:
de todos los santos inocentes, quienes a la vista del santo cordero se encuentran dignos de cantar la nueva canción,
y de los santos mártires y santos confesores,
y de las santas vírgenes, y de los santos,
juntamente con todos los santos y electos de Dios:
Sea condenado Miguel Hidalgo y Costilla, excura del pueblo de Dolores.
Lo excomulgamos y anatemizamos,
y de los umbrales de la iglesia del todo poderoso Dios,
lo secuestramos para que pueda ser atormentado eternamente por indecibles sufrimientos,
justamente con Dathán y Habirán
y todos aquellos que le dicen al señor Dios: ¡Vete de nosotros, porque no queremos ningúno de tus caminos!
Y así como el fuego es extinguido por el agua, que se aparte de él la luz por siempre jamáz.
Que el Hijo, quien sufrió por nosotros, lo maldiga.
Que el Espíritu Santo, que nos fue dado a nosotros en el bautismo, lo maldiga.
Que la Santa Cruz a la cual Cristo, por nuestra salvación, ascendió victorioso sobre sus enemigos, lo maldiga.
Que la santa y eterna madre de Dios, lo maldiga.
Que San Miguel, el abogado de los santos, lo maldiga.
Que todos los ángeles, los principados y arcángeles,
los principados y las potestades y todos los ejércitos celestiales, lo maldigam.
Que sea San Juan el precursor, San Pablo y San Juan Evangelista, y San Andrés
y todos los demás apóstoles de Cristo juntos, lo maldigan.
Y que el resto de sus discípulos y los cuatro evangelistas,
quienes por su predicación convirtieron al mundo universal,
y la santa y admirable compañía de mártires y confesores,
quienes por su santa obra se encuentran aceptables al Dios omnipotente, lo maldigan.
Que el Cristo de la santa Vírgen lo condene.
Que todos los santos, desde el principio del mundo y todas las edades, que se encuentran ser amados de Dios, lo condenen.
Y que el cielo y la tierra y todo lo que hay en ellos, lo condenen.
Sea condenado Miguel Hidalgo y Costilla, en dondequiera que esté, en la casa o en el campo,
en el camino o en las veredas, en los bosques o en el agua, y aún en la iglesia. Que sea maldito en la vida o en la muerte,
en el comer o en el beber; en el ayuno o en la sed, en el dormir, en la vigilia y andando,
estando de pie o sentado; estando acostado o andando, mingiendo o cantando, y en toda sangría.
Que sea maldito en su pelo, que sea maldito en su cerebro,
que sea maldito en la corona de su cabeza y en sus sienes;
en su frente y en sus oídos, en sus cejas y en sus mejillas,
en sus quijadas y en sus narices, en sus dientes anteriores y en sus molares,
en sus labios y en su garganta, en sus hombros y en sus muñecas, en sus brazos, en sus manos y en sus dedos.
Que sea condenado en su boca, en su pecho y en su corazón y en todas las vísceras de su cuerpo.
Que sea condenado en sus venas y en sus muslos, en sus caderas, en sus rodillas, en sus piernas,
pies y en las uñas de sus pies.
Que sea maldito en todas las junturas y articulaciones de su cuerpo,
desde arriba de su cabeza hasta la planta de su pie;
que no haya nada bueno en él.
Que el hijo del Dios viviente, con toda la gloria de su majestad, lo maldiga.
Y que el cielo, con todos los poderes que en él se mueven, se levanten contra él.
Que lo maldigan y condenen. ¡Amén! Así sea. ¡Amén!





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1 comentario:

  1. Amigo Condor, esto es genial!

    No sabía de la existencia de este documento, y de verdad que es impresionante, tanto por su valor histórico como por la impresión que me dio por la cantidad de maldiciones sobre el alma del Padre de la Patria.

    Me recuerda a la crueldad con la que se castigaba a quienes eran culpados de brujería en tiempos de la inquisición.
    Pero bueno, gracias por compartirlo.
    Un saludo!

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